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sábado, 22 de noviembre de 2008

LA VIUDA


Estremecida y maltrecha por el dolor, seco mis lágrimas con rabia e impotencia, no consigo dejar de pensar, que te casaste conmigo, porque otra no quiso hacerlo, yo, cuidaba a los niños, te hacía la cena y limpiaba tus zapatos.

Nunca me agasajaste con una flor, no recibí de tus manos una sola caricia de ternura, esas caricias que tanto anhelaba, en aquellas noches interminables en soledad. Yo que tanto te amé, siempre en silencio, ni una sola queja salió de mis callados labios, ¡luché tanto por conseguir tu amor! hoy que ya no me puedes responder, te pregunto.

¿Quién era yo para ti, hiciste que me sintiera viva alguna vez?

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