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lunes, 8 de diciembre de 2008

LA HABITACIÓN


Miro hacia dentro. La habitación se encuentra en penumbra; sobre la
cama, la fina colcha de pequeñas flores amarillas, impecable, sin una
sola arruga, sin indicio de haber sido usada. Sólo rompe el
inalterable decorado de la estancia, el vaso manchado de leche del día anterior
que descansa sobre la mesilla de noche.

Ya no podré acariciar sus suaves cabellos ni su bello cuerpo. Mi corazón se aflige y mi alma llora de pesar.

¿Qué paso entre nosotros?

Mis lágrimas se deslizan suaves por mi cara como las gotas de lluvia
resbalan por el fino cristal de la ventana

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