Él es consciente de que su aspecto es invisible, sabe que nadie lo puede aprehender ni manipular, pero sí sentir; además, sabe de su poderosa fuerza y en otras ocasiones, de su delicada suavidad. Puede lograr si se lo propone, balancear las doradas y frágiles espigas del trigal y mover las hojas de los árboles con infinita delicadeza y suavidad. Puede provocar gigantescas olas en el mar y hundir grandes barcos que se creen indestructibles, derribar gigantescos edificios. Nada puede interponerse ante él…
Sabe muy bien su gran poder para hacer el mal si está enfurecido, puede originar grandes tempestades y causar grandes catástrofes para los humanos.
¿Dónde está el espíritu del céfiro que hace girar la veleta e indicar su camino?