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domingo, 13 de diciembre de 2015

QUIERO QUE SEPAS...

Con estas letras quiero agradecerte las muestras de cariño con las que me has tratado cada día de estos 50 años de matrimonio que hemos pasado juntos: tus besos, caricias, atenciones hacia mí. Quiero que sepas que mi vida hubiese sido oscura y monótona si no la hubiese podido compartir contigo. No sería justo que pensaras que todo el tiempo que hemos estado juntos  no he sido feliz a tu lado. Lo he sido y mucho. La vida es muy dura y nos golpea, poniendo en el camino cuantiosos obstáculos difíciles de superar.
Y los hemos superado juntos. Como hacerte entender que quiero estar a tu lado todo el tiempo que nos regale la vida. Quisiera que pudiésemos sobrellevar con amor y tolerancia nuestras pequeñas manías, buscándoles el lado bueno, aunque no lo tengan y seguir riéndonos de ellas, como cuando éramos dos adolescentes. Como hacerte entender que cada paso que des, yo lo daré contigo. En los buenos y malos momentos.
Disfrutar juntos de todo lo que con el tiempo hemos podido lograr en estos largos años, con los que esta vida nos ha premiado: Hijos, nietos, amigos… En los malos momentos, cuando lo veas todo negro y no puedas más, ahí estaré yo para dibujarte una sonrisa.
Porque las piedras estarán en el camino, y las malas rachas vendrán, como vienen los grandes nubarrones antes de la tormenta, periodos difíciles que tendremos que superar juntos. No tienes por qué preocuparte porque cuando lleguen esos malos momentos yo estaré ahí, cogiendo tu mano marchita cuando más lo necesites, te apretaré fuerte, para que sientas que siempre estaré a tu lado. 
Creado por: Maruja J. Galeote.


viernes, 11 de diciembre de 2015

AMOR DE JUVENTUD




Tan solo tenía quince años y él veintidós cuando lo vi por primera vez.
Me encontraba en el andén de aquella estación sentada en un banco cuando lo vi bajar de aquel tren. Su aspecto me llamó la atención; era alto, delgado con un fino bigote que dejaba entrever una sensual sonrisa picarona. El traje blanco con galones dorados en la pechera, y la gorra de plato le hacían aún más atractivo si cabe.
Lo miré a hurtadillas pero él se percató que yo lo estaba mirando y con una desenvoltura  propia del que ya ha corrido muchos “maratones” se dirigió al banco donde me encontraba y se  sentó a mi lado, con  melodiosa voz se dirigió a mí con unas bonitas y delicadas  palabras que hoy, con el paso del tiempo, me son difíciles de recordar. Buscó mi mirada, y yo, pobre de mí, la esquive avergonzada, en tanto un escalofrío recorría mi cuerpo.
Él no dejaba de hablar de su vida, y yo lo escuchaba. Se encontraba haciendo las milicias en el Buque Juan Sebastián El Cano, en la ciudad de San Fernando (Cádiz), estaba allí de paso, tenía que  hacer trasbordo y aún faltaban tres horas para que saliese el próximo tren.
Poco a poco fui perdiendo la timidez que me embargaba, sin reparos le conté parte de mi vida; una familia desestructurada con una madre yonki y un padre alcohólico. Al recordarlo no pude evitar que unas lágrimas resbalaran por mis mejillas. Cogió mi mano y la apretó con suma ternura, lo miré y vi en sus ojos color miel un mundo de estrellas que surgían de su interior.
El tiempo pasó de prisa sin ni siquiera darnos cuenta. El silbato de la máquina de vapor nos hizo volver a la triste realidad. El tren emprendió la marcha hacia su destino y nunca más lo volví a ver.




Creado por: Maruja. J. Galeote.
 
 

jueves, 3 de diciembre de 2015

YO, EL PULPO








Siempre que veo a un submarinista  que viene con el arpón para atrapar a un pulpo despistado, me pongo a cubierto rápidamente: me oculto entre las rocas más cercanas, agito la tierra con mis ocho tentáculos y cambio de color para no ser visto.
Ese día me cogió  desprevenido, me enganchó por uno de los tentáculos y me llevo hasta la orilla aún con vida. Al ver la lumbre encendida pensé lo peor, “iré derecho a la hoguera, tienen cara de hambre”. Pero no fue así. El más pequeño de los allí presentes  desengancho el anzuelo y me zambullo en un cubito lleno de agua. Papa, papa este pulpo es distinto a todos los demás, lo llevamos a casa y lo metemos en la pecera, es pequeño y tiene un bonito color.

Así fue como me libré de una muerte segura, aquel niño me salvó la vida, y no acabé en los estómagos de aquellas personas hambrientas.  



 
Creado por Maruja.J. Galeote.

 













sábado, 14 de noviembre de 2015

MARTA Y SUS TESOROS






Pasan las horas escuchando el tic tac del reloj. Marta balancea su escuálido cuerpo en la butaca de rejilla tras la ventana, absorta, ve pasar las negras nubes del inminente invierno enfundada en una mantita de fina lana de Cachemir. Hoy no ha acudido la chica peruana que atiende la casa y la acompaña a pasear cada tarde al caer el sol.
Saca del bolsillo de su bata de franela una vieja cartulina flagelada de una bella joven, en la que apenas se reconoce. Hoy no vendrán sus hijos, nunca vienen los fines de semana, están muy ocupados, los disculpa con una media sonrisa.  En un rincón de la estancia una bella melodía se escapa de la vieja radio. Esas notas que tantas noches de gloria había vivido sobre el escenario. No consigue impedir que unas incontroladas lágrimas humedezcan sus curtidas mejillas. Se levanta con suma dificultad, se dirige al dormitorio, donde se encuentra el almario caoba, en el guarda sus más preciados tesoros. Al abrirlo comprueba horrorizada que todo ha desaparecido, no queda nada, nada ¿Dónde  están sus zapatilla de ballet? ¿El traje blanco de tul y su diadema de perlas? Horrorizada: grita, llora, revuelve desespera el interior del almario maldiciendo a la peruana.  Ha sido ella, sí, lo sé, me odia, mañana cuando aparezca por la puerta la pongo de patitas en la calle. En ese momento suena el timbre del teléfono. Invadida por la furia  descontrolada que la invade,  descuelga el auricular:

-Señora Marta, soy yo, la llamo para decirle que ayer cambié  sus cosas de lugar, están en el sótano, las puse en el baúl que solía usar cuando viajaba por todo el mundo, no quería que  pudiesen estropearse. Nos vemos mañana Señora Marta.


Creado por Maruja.J. Galeote.






lunes, 2 de noviembre de 2015

SÓLO UNA NIÑA

Juanita tenía tan solo once años, aunque en la época de la posguerra ya era alguien que podía ayudar llevando a casa un pequeño jornal. Así, la familia tenía una boca menos que alimentar. Su madre había parido ocho hijos y eran muchos para comer y vestir.
Era una chica despierta, alegre, divertida, fuerte de carácter, con unos enormes ojos verdes y largas pestañas… Pero al mismo tiempo, era frágil, vulnerable... "poquita cosa”. Pero su afán por trabajar y superarse era grande.
Le dieron empleo en una de las casas más grandes y lujosas del pueblo, en la que vivían unos de los señores más ricos y poderosos de toda la comarca. Era una suerte, un gran privilegio para la mayoría de las jóvenes de aquella época tener trabajo y poder comer todos los días un plato de comida caliente. El trabajo en aquella casa era muy duro y agotador y ella tan solo era una niña para tener que llevar tan pesada carga.

Se levantaba con los primeros rayos del sol y se acostaba cuando la luna hacía su presencia. Tan largas jornadas de trabajo la dejaban extenuada, no tenía tiempo para jugar con las amigas, y por supuesto, tampoco para asistir al colegio… Era una de las cosas que más le dolía: el no poder aprender a leer ni a escribir.
Su trabajo consistía en barrer la acera de la calle y dar brillo a la puerta principal, limpiar la plata y el juego de café de cerámica inglesa, que estaba custodiado dentro de la vitrina del lujoso comedor. Sacaba las pequeñas piezas una a una y las limpiaba cuidadosamente con una bayeta hasta que brillaban como un espejo puesto al sol.
Una mañana, cuando limpiaba el juego de café, una tacita de cerámica inglesa se le resbaló de las manos estrellándose contra el suelo. Se hizo añicos. El estruendo alertó a la señora que salió dando gritos por el pasillo, histérica, al comprobar tamaña torpeza... Juanita muy asustada por la reprimenda no podía controlar las lágrimas que brotaban de sus ojos, entre gemidos y disculpas recogía arrodillada cada uno de los trocitos de la tacita que iba envolviendo uno a uno en un papel de periódico.  
La pobre niña no pudo dormir aquella noche, atenazada por el miedo, pensando que al día siguiente la señora le dijese: ya no vegas más, eres una inútil, no sirves para nada….

Y llegó el ansiado fin de mes, el día en que esperaba impaciente recibir el sobre con el miserable y mezquino salario. La niña, se mordía las uñas y retorcía las manos una contra otra, con la ilusión de llevar a casa el dinero ganado durante todo el mes. No lo quería para muñecas, ni cromos, sólo para un poco de pan y un trozo de tocino añejo. Si había suerte sus hermanos ese día podrían comer algo.

Y como si se tratase de una película con un triste final, la señora, con gesto despectivo y desagradable extendió la mano y le entregó un pequeño paquete alargado envuelto en papel de periódico.

Toma y no vuelvas más por aquí, no sirves para nada, eres una inútil.  
No respondió. Bajó la cabeza y apretó con fuerza las manos hasta clavarse las uñas en las palmas. Emprendió el camino en solitario por la Rambla de las Brujas hasta su casa. El viento bajaba de Sierra Nevada, clavándose como un puñal frío en su débil y famélico cuerpo.
-¿Qué podría contener aquel pequeño paquete?- se preguntaba.  
Al abrirlo, un escalofrío recorrió el frágil cuerpo de Juanita.  Se quedó muy triste al comprobar su contenido.  No era dinero, ni tocino, ni algo parecido, era la tacita de loza hecha añicos envuelta en una hoja de papel de periódico.
Sus ojos se humedecieron y una brisa perfumada y fría besó su rostro infantil. Apretó contra su pecho la rebeca de lana desgastada de su hermana mayor y entre sollozos siguió caminando… ¿qué podía hacer una niña con tan solo once años? Llorar. Pero pronto se sobrepuso. Juanita era valiente y decidida.
-Mañana iré a la monda con mi padre. No importa que mis manos se lastimen y ennegrezca con el tizón o se abrasen con el fuego. Al menos estaré libre en el campo como los pajarillos que rebuscan su ración de comida entre las cañas. Y sobre todo seré libre, ¡libre! ¡Lucharé con todas mis fuerzas y seguiré adelante con mi libertad por delante!
Era ya noche cerrada. De la Torre del Cerro cayeron once campanadas.


Creado por Maruja. J. Galeote.



 1º Premio del certamen de relato 2015 "Servador Varo"





miércoles, 28 de octubre de 2015

ELLA ES...


Sembrar mi vida junto a ti, 
Recordar tu rostro en madrugada
Cantar cada día al sol dorado
Mirarte en la luna enamorada.


Creado por: Maruja. J. Galeote.

viernes, 2 de octubre de 2015

“EL PUEBLO SIRIO”

Cómo poder expresar con pocas palabras la barbarie que están  cometiendo en el pueblo Sirio. Lo que siento dentro de mi alma cuando salen esas imágenes desgarradoras,  todas las noticias de los medios de comunicación. Hechos y situaciones dolorosas que me rompen el corazón.  Niños cruzando barrera de espino, otros llorando de hambre en brazos de sus padres, padres y madres sin saber a dónde ir. Terrible estampa cuando esos niños son introducidos, entre la multitud, por la ventanilla de un tren que no va a ninguna parte.
Hace años, en los años de posguerra de nuestro país se vivieron situaciones parecidas. No lo olvidemos.

Espero y deseo que pronto termine este conflicto por el bien de todo el pueblo sirio.


Creado por Maruja. J. Galeote.

¿POR QUÉ ME GUSTA ESCRIBIR?

¿Por qué me gusta escribir?
¡Buena pregunta! Al escribir tengo la posibilidad de poder expresar mis más íntimos sentimientos, ilusiones y deseo. Cuando escribo salgo, me transformo, y me meto de lleno en el relato que estoy creando. Intento darle vida a lo que escribo. Me pongo a escribir y me olvido de todo lo que pasa a mí alrededor. Más de una vez se me ha quemado la comida  que tenía en la lumbre. Al terminar algunos de los trabajos, me siento orgullosa de ellos. Creo que se me da bien, aunque no siempre las cosas salen como una desearía. Lo único que sé es que siempre lo hago con mucho esfuerzo, paciencia y tesón.


Creado por Maruja. J. Galeote.

“TERROR BAJO LAS SABANAS”

Una de las noches, como tantas otras, al salir de trabajar de la fábrica de papel, Isabel emprendió el camino en solitario por la Rambla de las Brujas hasta su casa. El viento bajaba de Sierra Nevada, clavándole puñales de frio en su débil cuerpo.
Al llegar, Isabel quedó fascinada, y saltó de alegría al comprobar que, él, (su marido) no se encontrara en casa. Ese ser malvado que cada noche dormía junto a ella con un cuchillo bajo la almohada, como lobo que acecha a su presa.

Pasado un largo tiempo y después de dar miles de vueltas en la cama, cuando la noche paladeaba el alba, lo  consiguió, y se quedó profundamente dormida. Sin embargo, las fuertes pisadas por el largo pasillo le hicieron sospechar lo peor.  Isabel se embutió bajo las sábanas de la cama aterrorizada. No se movió, aguantó la respiración y metió la cabeza bajo la almohada; aún así, no dejaba de sentir a su marido gritando e insultando, dando fuertes patadas en la puerta. Cerró con fuerza los párpados, y apretó la manos hasta clavarse las uñas en las palmas. Un líquido caliente e incontrolado se deslizó por entre las piernas de Isabel mojando la cama. En ese instante  recordó lo que había oído aquella tarde a una de sus compañeras: — ¿Sabéis que ha llegado a Motril  un abogado muy prestigioso dispuesto a ayudar a las mujeres que aon maltratadas Pronto acabaría para Isabel su terrorífico  calvario. 
Creado por Maruja. J. Galeote.

martes, 22 de septiembre de 2015

LA MASCARA


Sentir la máscara como oprime tu piel, ocultando los temores que cada día nos asechan, para no reflejar el horror de lo vivido, tras la máscara logras esconder las miserias, las emociones. Llorar sin ser visto, cuando en realidad lo que anhelas es reír.

domingo, 16 de agosto de 2015

RECUERDOS


Recordar la niñez es gratificante cuando los recuerdo son bellos, sentir la arena entre los dedos y poder percibir el frescor del agua cercana, bajo un techo de nubes blancas, Si, es gratificante.

Creado por Maruja. J. Galeote.

domingo, 24 de mayo de 2015

NOCHE PARA CONTAR HISTORIAS



Era una noche fría y tenebrosa. Un grupo de amigas recorrimos un largo trayecto por las calles desérticas del pueblo hasta llegar al cementerio con la mera intención de una vez allí contar historias de terror. Algunas chicas estaban muy asustadas, comentaban que la noche era muy peligrosa y muy largo el trayecto que teníamos que recorrer hasta llegar al camposanto. Estaba todo muy oscuro, tan solo alumbraba la luz de la luna que perezosa se dejaba asomar de entre las negras nubes, dejándonos vislumbrar las tumbas y coronas ya marchitas. Al llegar, muertas de miedo nos sentamos en uno de los bancos para poder descansar. Ana comenzó su relato; cómo había visto de pequeña morir a su  primo y como lo amortajaban. Lara que estaba a mi lado, de repente dio un salto y se levantó, dando un grito aterrador. Aseguraba haber visto moverse algo o alguien. Laura histérica, señalaba hacia un panteón de donde provenía un  llanto amargo y gritos desgarrados de dolor que podían ser de una mujer. Todas nos miramos aterradas y deshicimos el camino hasta la salida sin mirar atrás, como caballo que galopa al viento.
Creado por Maruja. J. Galeote.

viernes, 15 de mayo de 2015

“HOY ES UN DÍA DE PRIMAVERA”



“HOY ES UN DÍA DE PRIMAVERA”
Hoy al levantarme de la cama me he acercado a la ventana para alzar la persiana. Al  asomarme absorto, observo tras los transparentes cristales, el paisaje, casas adosadas blancas de tejados rojizos con un pequeño jardín a la entrada, puedo ver con deleite el verdor de los árboles, sus pobladas ramas enlazadas por verdes hojas, y como el viento las mece con un suave vaivén delante de mis cansados ojos anunciando la llegada de la inminente primavera.
Surgen en mi interior miles de imágenes, situaciones ya casi olvidadas, vivencias lejanas del  pasado penoso de mi niñez.
Eran tiempos difíciles de posguerra. Cada día antes de salir el sol mi madre marchaba de casa para lavar la ropa de tres familias adineradas del pueblo. El camino que recorría era largo y escarpado como un puzzle, con el frío  presente todo el día, ya que las gastadas y deterioradas ropas que envolvían su  débil cuerpo abrigaban muy poco. Empezaba con el alba y terminaba ya entraba la noche. Por su pesado trabajo le pagaban una miseria; dos pesetas, un trozo de pan negro y un huevo, ella siempre les pedía que se lo diesen crudo en vez de cocido que era lo habitual.  Con ese huevo nos hacía un gazpachuelo para comer algo antes de irnos a la cama, ya que sin el caldo caliente en el cuerpo no podíamos conciliar el sueño.
Nunca olvidaré ese día del mes de enero; hacía mucho frio y llovía con mucha violencia en Motril, soplaba un fuerte viento del norte. Para resguardarme, corrí a cobijarme en la iglesia, ya que no quedaba muy lejos de mi casa y la puerta principal se encontraba entreabierta. En su interior, reinaba el más absoluto silencio y una inmensa paz envolvía la estancia. Delante del altar mayor se encontraba arrodillada una señora de edad indefinida, un tupido velo le cubría la cabeza. Al poco, salió cerrando la puerta sin hacer el más mínimo ruido. No podía dejar de temblar, mis sandalias estaban rotas y se me habían mojado los pies. Tenía mucha hambre y un frío que me calaba los huesos.
Me senté en el primer banco, delante del Cristo de la buena Muerte; lo miré, fijamente, y sentí en mi interior su propio dolor. Posiblemente podía tener un poco de fiebre ya que mi cuerpo no dejaba de tiritar… A los pies de la gran cruz de madera un bello ramo de de rosas rojas lo custodiaba, tan rojas como la sangre que se deslizaba por su costado herido. Miré a uno y otro lado y no, no había nadie a esa hora de la tarde, la única misa de esa parroquia se celebraba a las siete. Temeroso y avergonzado cogí el ramo y salí a la calle con la mera intención de venderlo para poder comprar algo para comer.
Al pasar por una casa de la calle principal del pueblo, me encaramé a la verja, cogí la cinta que colgaba de la campanilla y la agite con todas mis fuerzas, dispuesto a vender las rosas  para poder saciar mi hambre. Una señora elegantemente vestida y bien peinada de pelo plateado como una noche de luna, apareció en el umbral;  desconfiada me miró de arriba a abajo y me preguntó: — ¿Qué deseas chico? — ¿Quiere usted comprarme este ramo de flores para poder comprarme un bocadillo?, no he comido nada desde anoche, que tomé un poco de gazpachuelo, respondí con voz temblorosa. La señora me miró perpleja, y dijo: Ese ramo lo he puesto yo esta mañana a los pies del Cristo de la buena Muerte. Unas incontroladas lágrimas de vergüenza y tristeza se deslizaron por mis mejillas, las limpié de inmediato con la manga de la roída chaqueta marrón oscura, que una de las señora donde ella solía  ir a  lavar la ropa le había regalado a mi madre, desechada del hijo pequeño después de haberla usado anteriormente los tres mayores.
La mujer me dio la espalda, y volvió a entrar en la casa, dejándome sin saber qué hacer, ya que sus labios no pronunciaron ni una sola palaba. Pasado unos minutos volvió a salir. Me miró, y me hizo sentir bien, con su dulce mirada  angelical que acariciaba mi cabello mojado con  infinita ternura.
Acompañada con una sonrisa de complicidad, extendió  su mano y me entregó un pequeño paquete alargado envuelto en papel de estraza, por donde se podía entrever un poco de tocino añejo de beta.
Toma, puedes venir todos los días a esta misma hora para recoger un bocadillo y ahora vuelve a poner el ramo de rosas en el mismo lugar en el que lo has cogido.
Caminé despacio por el sendero hasta llegar a la calle. El sol había apartado las negras nubes para hacerse presente en mi sombría vida, ya no sentía frío solo remordimiento, y aún con lágrimas salté de alegría y corrí calle abajo. No me lo podía creer. Ahora podría comer todos los días, gracias a aquella bondadosa señora que el Cristo de la Buena muerte había puesto en mi camino.
Las campanas de una iglesia cercana me han hecho volver a la realidad. Bajo las escaleras hasta llegar al salón, miro el reloj, y ya son las diez. Ha pasado el tiempo sin ni siquiera darme cuenta. Hoy sí es un día de primavera.

Creado por Maruja. J. Galeote.

miércoles, 29 de abril de 2015

MONÓLOGO INTERIOR


Será posible…Cuando me cruce esta mañana con ella tenía cara de pocos amigos… no me miró, hizo un gesto con la cabeza y pasó de largo sin ni siquiera saludarme. Será que le han dicho, que he comentado en clase que se encuentra mal, que le están poniendo un tratamiento muy fuerte, pero no, no creo, que sea eso, ella no lo ha ocultado. Espero que no se haya molestado, no quiero ni pensarlo. 
¡Señor, señor, ella es mi mejor amiga, más que amiga,  como una hermana! ¿Qué le habrá pasado, que le habrán contado?, ahora la llamo por teléfono…espero que lo coja, y me aclare si ha habido algún mal entendido...



Creado por Maruja. J. Galeote.

"EL HOYO NEGRO"

 No es lo mismo que rumoreen, a que lo veas en puro directo. Al ver la escena no me lo podía creer. Ella tan mística y recatada. En ese mismo momento se me desgarró el corazón en mil pedazos. La luz de la alborada ilumino la escena de dos seres opuestos atrayéndose: mi dulce mujer, y aquel chulo grosero del vecino de  la casa de enfrente, de largas patilla y torso de  gladiador, ese que posee un radio de persuasión tal que una tras otra, las mujeres del  pueblo han ido cayendo rendidas ante él como si fuera un hoyo negro y profundo del cual fuera imposible escapar. Al final yo tampoco pude resistirme y caí…

Tuve que asesinarle: ¡era tan atractivo el condenado! 
Creado por Maruja. J. Galeote.

martes, 14 de abril de 2015

"UNA NUEVA SOCIEDAD"




Cada día se hacía más insoportable para los habitantes de la isla, la vida en aquel lugar inhóspito en el cual se sentían atrapados por la enfermedad, y la muerte siempre presentes. En aquella sociedad de tiranos que no sabían o no querían poner fin a tanta desgracia y dolor de sus habitantes. Un anochecer cuando estaban todos reunidos junto a la hoguera, vieron como un artefacto luminoso se posaba  ante sus ojos. Caminaron sin fuerza cogidos unos a otros, no podían caminar y se arrastraban en un último esfuerzo. Unos seres extraños de rostros deformes los esperaban en su interior enfundados en unos trajes metálicos plateados, no hicieron ni una sola pregunta, aquellos seres marginados, solo ansiaban una cosa, un solo deseo, un solo fin, formar una nueva sociedad más justa que cuidara de ellos, y no volver jamás aquel horrible lugar donde habían nacido y fueron tan desgraciados.
Creado por Maruja. J. Galeote.

miércoles, 8 de abril de 2015

ESTAR SIN ESTAR


Le dejan los profesores que se quede allí, sentada en el mismo pupitre que ocupó durante tantos años, porque fue una excelente alumna, una de las más avanzadas que haya tenido el Centro de Educación Permanente, aunque es muy triste que ahora utilice pañuelos de papel… en los que escribe infinidad de palabras y frases sin sentido.
Creado por Maruja. J. Galeote.

domingo, 15 de marzo de 2015

Hay días...



Hay días que parece que te hundes en un pozo, que todo es gris, oscuro, tenebroso y no encuentras la salida, piensa que no hay esperanza, pero de repente sale el sol, y vuelve el arco iris, ese que guardas dentro de ti, con su destello de luz  y color. 

miércoles, 4 de marzo de 2015

EL BOTELLÓN


A esa hora del lunes la clase de “Educación de Adultos” estaba a reventar. La señora que se sienta en la mesa, a mi lado, comenzó a temblar agitadamente, nadie de los allí presentes se había percatado de ello, solo yo. La mire  extrañada y le pregunté--¿Qué te pasa que no paras de moverte, se encuentra mal? A lo que ella respondió.—No es nada es que anoche estuve de botellón con las amigas y aun tengo la marcha dentro del cuerpo. 
Creado por Maruja. J. Galeote.

domingo, 22 de febrero de 2015

“El VOLUNTARIADO"




El año pasado mi amigo Carlos, prestó sus servicios de voluntario en uno de los países más pobre y recónditos de África. No sabía que llevar a aquellos niños olvidados, que fuese útil y sorprendente para ellos. Le habían dicho que aquellas criaturas no conocían el material que se usaba en los colegios de los países desarrollados. A sí, que compró una pizarra de color verde y unas cajas de tizas blancas y amarillas. Nada más llegar a la pequeña aldea, y ante el asombro de los chavales, colgó la pizarra en la pared de adobe del habitáculo que serbia de aula, con una de las tizas y escribió una palabras con letras muy grandes para que todos pudiesen verlas. Pizarra nueva. ¡¡¡Que la disfrutéis!!! Palabras que ellos no podían comprender porque aún no sabían leer. 
Creado por Maruja. J. Galeote.

domingo, 8 de febrero de 2015

EL COLEGIO

Recuerdo con satisfacción mi estancia en el colegio. Estuve en él hasta  los doce años. En esa época la enseñanza era muy distinta, las niñas separadas de los niños, no se pasaba de curso cada año como en la actualidad. Estábamos tres o cuatro años en la misma clase y con la misma maestra, eso originaba que nos sintiésemos como en familia.
Dª Pura, la maestra, en algunas ocasiones en que su madre o su marido no podían  ir a recoger a sus hijos a la guardería nos mandaba a algunas de nosotras, lo hacíamos con agrado ya que nos permitía ausentarnos del colegio.   
Ella impartía todas las asignaturas. Como sólo eran cuatro no tenía mucho problema. Por la mañana, matemáticas y lengua, por la tarde costura y religión. Algunas tardes leíamos libros de poesía, que la maestra traía de su casa casi a escondidas. En aquella época de posguerra no estaba muy bien visto esa clase de lecturas. Leíamos cada tarde de izquierda a derecha un verso cada una y en otras ocasiones era ella la lectora. A sí de esta forma aprendí el valor de las palabras y descubrí mi pasión por la escritura.


Creado por Maruja. J. Galeote.

lunes, 2 de febrero de 2015

ISABEL, FRENTE AL ESPEJO


lunes, 26 de enero de 2015

“LA HUIDA”



A paso ligero por el espeso bosque de pinos, sólo podía oír el aleteo de los pájaros y el murmullo del siniestro bosque. Exhausto y aterrado se oculto entre las sombras de unos arbustos. El por el momento estaba vivo, sus compañeros no habían tenido tanta suerte sus cadáveres aparecían con frecuencia en descampados tirados en las cunetas, y nadie se atrevía a darles sepultura por miedo a ser capturados. Llevaba varios días sin comer se sentía muy débil, y el frío le calaba hasta huesos. No muy lejos de donde se encontraba se podían oír las fuertes ráfagas de  disparos y los gritos ahogados de dolor de los soldados del bando contrario. Alguien le había  delatado. Cada vez estaban más cerca y un miedo atroz le invadió. Sólo le quedaba una bala en el fusil. Creyó escuchar unas campanas 
antes de sentir un dolor intenso en el pecho y una repentina paz.





Creado por Maruja. J. Galeote.

sábado, 10 de enero de 2015

"PARADOJA"


Salté de la cama y me puse una camisa blanca trasparente con pequeños puntitos rojos, mi preferida, una minifalda de tablas de 
color negro que me llega dos centímetros por debajo del culo. Abrí el cajón de los calcetines y me coloqué unas medias blancas bordadas, unos zapatos rojos con un tacon de 15 cm. Fui al baño para ponerme un poco de maquillaje, colorete, máscara de pestañas y carmín en los labios. Camino hasta la puerta de la calle me detengo delante del espejo en mitad del pasillo, me observo de arriba abajo y me digo: “Cuanto más guapa me pongo más fea me veo”
Creado por: Maruja. Jimenez  Galeote.